lunes, 10 de septiembre de 2018

JAG

Esta serie –cuyo título en español, Alerta roja, es de lo más ridículo y mentiroso que he visto en la vida- debe ser una de las que he visto más rápidamente. En menos de tres meses han caído diez temporadas. La serie no es que sea la bomba, pero hay que reconocer que engancha. Al menos, a los que como yo no vamos buscando grandes profundidades psicológicos o sesudas metáforas de la realidad del mundo actual, sino un producto de entretenimiento honesto. Y esta serie lo es.
Presentaron la serie como un cruce entre Top Gun y Algunos hombres buenos, puesto que el protagonista es un piloto de combate metido a abogado militar. Curiosamente, ambas películas fueron protagonizadas por Tom Cruise, que para alcanzar la talla (física) del protagonista de la serie tendría que poner a sus dos personajes uno encima del otro.
La trama judicial de la serie no tiene demasiada chicha: de esas ha habido, hay y habrá a duro la docena. La novedad es que se desarrollaba en el ámbito castrense (estadounidense), y que estuvo bastante pegada a la realidad: empezaron tras la Guerra del Golfo, pasaron por los ataques del 11 de Septiembre y terminaron con la invasión de Irak. Todo ello, salpimentado con traficantes de drogas, de armas y delitos varios.
Era la parte humana la que más enganchó, supongo. No es que hubiera mucho misterio, porque desde el minuto dos (se incorporó en la segunda temporada) se veía que Harm y Mac acabarían juntos, pero era divertido (aunque un poco enervante) todos esos tira y afloja entre ellos.
Ataqué la serie como preámbulo a lanzarme a ver NCIS, aunque creo que me daré un respiro con algo más ligero (Friends, quizá) antes de verla. No sé si (me) enganchará tanto, porque NCIS no deja de ser una especie de Bones de la Marina, sólo que sin tensión romántica en la pareja protagonista. En fin, que me alegro de haberla visto y lamento que terminara…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: