El
universo de La guerra de las galaxias
tiene muchos agujeros. Tantos y tan grandes que por ellos pasaría holgadamente,
no ya un superdestructor imperial, sino hasta la mismísima segunda Estrella de
la Muerte. Por muchas cosas que se cuenten, siempre hay espacio para más
historias, y esta novela es buena muestra de ello.
No
llega al nivel –es difícil- de Sombras
del imperio, que nos cuenta qué pasó entre El imperio contraataca y El retorno
del jedi. Es esta una obra mucho menor, con menos ambición y también con
menos calidad. Pero que va de menos a más narrando los primeros pasos de Luke
Skywalker en el aprendizaje de lo que supone convertirse en un jedi como la
Fuerza manda.
La
historia comienza, es mi impresión, un poco floja, como titubeante. Recuerda a
los tebeos editados por Marvel en los setenta y ochenta en los que los héroes
se metían en todo tipo de líos con todo tipo de gentes en todo tipo de
planetas, no siempre relacionados con el malvado imperio galáctico. Sin embargo,
poco a poco va cogiendo fuerza y la cosa acaba con cierto dramatismo, muerte de
personajes (no diremos cuáles), y profusión de sangre y vísceras.
A
destacar dos cosas: la narración en primera persona, muy infrecuente en las
novelas del universo de La guerra de las
galaxias, y el hecho de que –al menos al que esto escribe- el autor te
tenga en vilo toda la novela acerca de si determinados personajes son quienes
dicen ser o bien agentes al servicio del imperio.
En
resumen: que la cosa termina mejor de lo que empieza.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario