Si
hace unos días comentaba que ponían como hoja de perejil al presidente del
Gobierno, hoy toca hablar del tonto útil de los ierreceos en el Congreso, ese
individuo al que el apellido (presumiblemente) paterno le sienta como un guante
(como un guante hecho a medida, se entiende).
Porque
es que ya ni los propios respetan el esfuerzo que el pobre charnego hace, día
sí día también, para llamar la atención en el Congreso de los Diputados, esa
cámara baja de un Estado opresor del cual no deja de decir que quiere
marcharse, pero en cuyo seno permanece porque, la verdad, ¿dónde va a estar
mejor, el pobretico?
Pues
nada, que Rufián intervino en un foro por
la república –un público teóricamente favorable, por lo tanto- y fue abucheado por los asistentes cuando expuso sus profundos y sesudos
planteamientos.
Si
es que no se hizo, para la boca del asno… la carne de otro asno.
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