viernes, 7 de septiembre de 2018

Receta para el desastre

El apartheid sudafricano fue un sistema injusto, de eso no hay ninguna duda. El que se lograra pasar del mismo al legítimo acceso de toda la población sudafricana –y, por ende, de la abrumadora mayoría negra- a los puestos de poder con un mínimo derramamiento de sangre hay que reconocerlo como un mérito en general de esa mayoría negra, y muy en particular de un hombre de gran visión, pragmatismo y mano izquierda.
Fue una transición tan maravillosa como casi dos décadas antes lo había sido la española. Sin embargo, al igual que en España, parece que algunos quieren reescribir la Historia y echar al traste todo lo conseguido.
Hace cosa de un mes, el Gobierno sudafricano anunció que cambiaría la Constitución para expropiar tierras sin compensación a la población blanca. Tres semanas después comenzaron las confiscaciones, desatando el pánico entre granjeros e inversores. Apenas una semana después, los blancos convocaron una huelga histórica contra el racismo del gobierno sudafricano.
Y no es que todo racismo sea malo, venga de quien venga y se dirija contra quien se dirija, que lo es. Es que el Congreso Nacional Africano no parece haber escarmentado del desastre que medidas semejantes supusieron en Zimbabue, su vecino del Norte.
Eso, por no decir que esas medidas parecen más bien una cortina de humo destinada a ocultar la corrupción enquistada en los sucesivos gobiernos sudafricanos.
Desgraciadamente, los sucesores de Mandela no han estado a su altura. Es difícil de estar a la altura de semejante gigante, pero es que no le han llegado ni a la suela del zapato.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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