Hace un cuarto de milenio –década arriba,
década abajo-, Charles de Secondat, barón de Montesquieu, planteó el sistema de
la separación de poderes como uno de los fundamentos de la democracia. Hace cuatro
décadas –año arriba, año abajo-, un sujeto con infinitamente menos talla
intelectual que el filósofo francés, pero con una desfachatez exponencialmente
mayor, proclamó que Montesquieu ha muerto.
Y se quedó tan ancho.
Puesto que nadie en su partido matizó,
rebatió ni opinó sobre el aserto del andaluz, habrá que estimar que lo dieron
por bueno. Y los hechos lo demuestran: para los socialistas –quizá también para
el resto de los partidos políticos españoles, pero hoy, como casi siempre, se
trata de darles estopa a los de la mano y el capullo-, la separación de poderes
no existe. Todo ha de estar sujeto a la voluntad del ejecutivo, lo que, en un
sistema tan jerarquizado como el que impera en España, implica que ha de estar
sujeto a los deseos, caprichos y arbitrios del presidente del Gobierno.
Así pues, cuando la tercera autoridad
del Estado comparece ante los medios y dice, muy seria ella, he decidido que la sesión de investidura se
celebre el 23 de Julio, quiere decir lo mismo que cuando el titular afirma
que Batet y Sánchez fijan la fecha de la investidura para el 23 de Julio. Es decir, que dctr Snchz ha decidido la fecha y, por aquello de guardar mínimamente
las formas, quien lo dice es la presidente del Congreso de los Diputados.
Por si alguien se había hecho la
ilusión de que el bueno de Carlos o, por mejor decir, su elaboración ideológica,
había resucitado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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