Vamos
a suponer que los ecologistas sandía
(verdes por fuera, pero rojos por dentro), ecolojetas
y demás compañeros mártires no son malas personas. Asumamos que son un grupo de
individuos con un gran corazón y un pequeño cerebro: seres llenos de buenas
intenciones pero más bien inútiles cuando se trata de llevarlas a la práctica.
Pero
es que los hechos demuestran que esa suposición supone un gran esfuerzo de
suspensión de la incredulidad. Porque, como declaran los bomberos forestales –personas
que verdaderamente se juegan la piel luchando contra la plaga de los
incendios-, los de Grimpís no van a
ayudar después del incendio: son, pues, activistas de oficina.
Más
reprobable (por delictivo) es la actuación de las asociaciones llamadas animalistas. Leyendo simplemente el
titular (Los animalistas"salvan" perros y eluden el socorro de discapacitados y monjas en los incendios de Toledo), se podría pensar que se trata de animatontos, esa variante de los ecolojetas a la que, en su pretendido afán por proteger a los
animales, no se les da un ardite (Rhett Butler dixit) lo que les pueda ocurrir
a los seres humanos. Sin embargo, cuando uno profundiza en el artículo puede
comprobar la abyección moral (lo de miseria
se queda tristemente muy corto) de semejantes despojos humanos.
Tenemos
así las declaraciones de una alcaldesa de una localidad de la zona. La edil es del
PSOE, así que, en principio, no cabe considerar la posibilidad de animadversión
ideológica (que alguno podría plantearse si la munícipe fuera, por ejemplo, del
PP). Esta mujer ha declarado que vio a varios animalistas prendiendo fuego a fincas para robar los animales. ¿Y por qué hacen
esto? La razón es muy sencilla: el vil metal. Como tantas otras sedicentes
oenegés, que de nogé tienen lo que yo
de arzobispo de Constantinopla, viven de las subvenciones. Y para obtenerlas,
esas protectoras necesitan tener
animales.
Así
queda mucho más explicado el que los vecinos que están intentando recuperar a
sus animales sean chantajeados por las protectoras, que están pidiendo dinero a
los dueños si quieren volver a ver a sus perros, o que veterinarios
pertenecientes a las organizaciones animalistas, estén quitando los chips para que los perros no puedan ser
localizados.
Así
pues: o torpes, o malos, o torpes y malos. Si estos son los defensores de la Naturaleza, más le
valdría a ésta representarse a sí misma…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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