El apelativo de ecologetas que yo aplico a algunos de los que Alfonso Ussía llama ecologistas sandía (ya se sabe, verdes
por fuera y rojos por dentro) está, generalmente, bastante bien adjudicado. Me explico.
Dctr Snchz va de
ecologista por la vida: criticó a Mariano Rajoy cuando se permitió dudar del
calentamiento global –aquí reconozco que me estoy columpiando, pero si no le
puso a parir será porque entonces Sin
vocales era un tonto sin balcones a la calle-, ha creado un ministerio para la transición ecológica (aunque,
repito, no dice transición hacia qué)
y respalda medidas absolutamente demagógicas, mal encaminadas e inútiles como
la de Madrid Central (ya hablaré del tema en un par de semanas o así).
O va en un ecológico tren de alta velocidad a Granada para inaugurarlo (y echarse flores, atribuyéndose todo el mérito) y se vuelve en ese medio de transporte tan contaminante que le ha granjeado el apodo
de Falconetti, al tiempo que su
ministro de Fomento en funciones estudia restringir el avión en aquellas rutas
que tengan conexión por tren de alta velocidad.
Pero como vivimos en el mundo de la
granja de animales, esa medida no se aplicará a Pedrito cara de granito, por
supuesto.
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