La
última vez que los comunistas entraron en el gobierno de España tuvimos tres
años de guerra civil y tres décadas y media de (vamos a aceptarlo como
concesión dialéctica) dictadura.
Uno
pensaría que los españoles habrían escarmentado, pero no: entre el pueblo que olvida su Historia está
condenado a repetirla y el hombre es
el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, parece que los
habitantes de la piel de toro (y archipiélagos aledaños) están decididos a
demostrar la validez del refranero.
Partamos
de un punto evidente: Podemos –vamos a dejarnos, por una vez, de motecitos- son
comunistas (no por algo los llamo neocom).
Comunistas de boquilla, claro está, de esos que defienden el reparto de la
riqueza pero que, en cuanto pueden, viven como los burgueses a los que tanto
critican (Marx fue el primero): no hay más que ver el casoplón que se han
agenciado el Chepas y su calientacamas
en cuanto han tenido ocasión.
Sin vocales y Junior se detestan. No sé si
personalmente, pero sí políticamente. Los dos quieren ser el gallo en el
gallinero, el único gallo, y no se molestan en disimular su soberbia y su
ambición. El primero, expulsado de Ferraz, se dio una vuelta por España para
regresar en loor de multitudes y primero recuperar la secretaría general de su
partido, y luego –a lomos de una coalición Frankenstein-
alcanzar la presidencia del Gobierno de España. El segundo pretendía tomar el cielo al asalto; que ahora esté
dando un rodeo –sólo puedo imaginar lo que le habrá supuesto tragarse, siquiera
temporalmente, el sapo de no ser ministro- no quiere decir, ni mucho menos, que
haya renunciado a su objetivo último de ser califa en lugar del califa.
Dicho
lo cual, este fin de semana saltaba la noticia de que la única conjunción de
formaciones con unas ciertas posibilidades de salir adelante –esto es,
socialistas y neocom- hacía eso,
salir adelante, merced a la renuncia citada de Junior a portar una cartera ministerial. La bocachancla de la
vicepresidente del Gobierno se apresuró a declarar que ambas formaciones ya
negociaban programa y ministerios, y
que no habían perdido ni un instante
(la vergüenza es otra cosa, desde hace mucho tiempo).
Cómo
serían las cosas que los neocom ya
veían a la calientacamas de vicepresidente, afirmando que tal posibilidad no debía descartarse. Nunca una ministrable había llevado a efecto de manera
simultánea y de modo tan perfecto aquello de otro vendrá que bueno te hará y el principio de Peter: si su compañero de vida, que diría el
circunflejo, es un tuercebotas con título de doctor, esta inane ha sido, según Wikipedia,
becaria de doctorado. Sea lo que sea
eso.
Sin
embargo, llegado el comienzo de la sesión de investidura, parece asomar un
rayito de luz para los que amamos España: hay rumores de ruptura entre PSOE y
Podemos, y se habla de bloqueo total
y de encallamiento. No caerá esa
breva…
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