La
estatura física de Jorgito Poyuelo
corre pareja a su talla moral y ética. Sin embargo, lo que nadie puede negarle
es su habilidad política (algunos lo llamaríamos maquiavelismo), puesto que
durante un cuarto de siglo hizo y deshizo prácticamente a su antojo tanto en
Cataluña como en el resto de España.
Sus
sucesores al frente del partido (un partido cada vez más partido, valga el chiste malo) están tan ayunos de principios
morales como el jefe del clan que hizo de Cataluña su cortijo, pero han resultado
ser unos completos zotes políticos, tanto en términos absolutos como, mucho
más, relativos. De ser hegemónicos en la región, han pasado a ser los tontos
útiles de gente con todavía menos escrúpulos, pero con algo más de inteligencia
o, al menos, astucia: los ierreceos y
los Clicks Unidos de Playmobil.
Cocomocho llegó al poder como
recurso de última hora para que el partido de
los de siempre no perdiera el poder (al fin y al cabo, todavía era el más
votado en la región). Pero su sucesor, Chis
Torra, hace que el del corte de pelo inefable parezca, por comparación,
Talleyrand (por lo menos). Entre el exiliado en Waterloo por un lado, y los enemigos que tiene en casa por el otro, diría que si no convoca elecciones es
porque tras ellas saldría del palacio de la plaza de san Jaime camino de su casa.
O
de una temporada entre rejas, quizá…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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