Dice
el refrán que errar es humano, y el
humorismo popular apostilla que echarle
la culpa a otro es más humano todavía. Podríamos añadir que apropiarse de
los méritos ajenos es también una tendencia muy extendida en la especie humana.
En
esto, los socialistas demuestran ser tan humanos como el que más, o incluso más
todavía: junto a su capacidad innata para mentir y su talento para soltar
alegremente las mayores tonterías con el aire más solemne imaginable, se
apropian de todo aquello que piensen que puede resultarles de utilidad y ornato…
y no me refiero precisamente a los bienes materiales, que también.
Hace
diez días, la bocachancla de Cabra se despachó a gusto, aunando el error, la
mentira y el embuste. Para empezar, afirmó que las mujeres que no pueden abortar están encadenadas a la maternidad y que la prostitución es obra del capitalismo liberal. Vamos a dejar el primer tema –siempre he pensado, y
vamos a decirlo finamente, que si una (o uno) no quiere quedarse embarazada (o
dejar embarazada a una), o correr el riesgo de contagiarse de una enfermedad de
transmisión sexual, la solución es tan sencilla como no copular-, porque hay
ocasiones en que la mujer no tiene capacidad de decisión o conocimiento
suficiente.
Pero
es que el segundo…el segundo ya es de traca. No por nada se llama a la
prostitución el oficio más viejo del
mundo. Es, por lo tanto, muy anterior al capitalismo liberal e incluso a
todas las demás formas y fórmulas políticas y económicas. Eso salvo
consideremos a las llamadas prostitutas
sagradas de los antiguos templos mesopotámicos o egipcios como obras del
capitalismo liberal: ¡muérete de envidia, Adam Smith, que el capitalismo lo
inventó Amon-Ra!
No
contenta con eso, y con ese gracejo andaluz que Dios le ha dado (nótese la
ironía), la que no tiene pelos en la lengua ni en su apellido soltó la
siguiente perla:
El feminismo es de todas, no bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista.
A
esta buena señora –como diría Groucho Marx, dispense
si la llamo señora, pero es que no la conozco demasiado bien- alguien
debería explicarle que en la Segunda República fueron los partidos de izquierda
los que, precisamente, se opusieron a que las mujeres pudieran votar porque,
decían, estaban sometidas a los curas y por tanto votarían siempre a la
derecha. Curiosa manera de entender el feminismo, pardiez.
Las
bofetadas dialécticas, naturalmente, no se hicieron esperar. La recién
estrenada primera general de las fuerzas armadas españolas señaló, con buen
sentido, que el feminismo es de todos,
lo que podría traducirse por el feminismo
no entiende de sexos (y no de géneros, que es lo que diría un progre), mientras
que la líder esa del socialismo
andaluz –con la que la Alopécico
mantiene una enconada rivalidad- señaló, en ese estilo pomposo al que antes me
refería, que el feminismo es de todas las
personas que cada día luchan, pelean y lo dan todo por la igualdad y, en
algunos casos, con dificultad y en situaciones adversas. El consejo de Gobierno, como si todavía lo presidiera ella, la apoyó. No era cuestión, claro, de perder semejante ocasión.
Pero
como la estulticia es contumaz, pertinaz y tenaz, tendremos más joyitas de la egabrense. Y si no, al
tiempo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario