Los defensores de Madrid Central –para los que no son de Madrid, ni están al tanto de
las noticias de la Villa y Corte, básicamente una medida que consiste en
restringir el tráfico rodado privado en el centro de Madrid- aducen que es una
medida que busca reducir la contaminación. Los detractores de la medida
pensamos, claro está, de modo diferente.
Para empezar, porque la mayor parte de
la contaminación de Madrid no procede de los vehículos con motor de combustión,
sino de las calderas de la calefacción de los edificios. Por lo tanto, el
quitar los coches de poco va a servir dentro de unos meses, cuando haya que
volver a poner los radiadores para no morirnos de frío (sí, en este mundo que según
algunos va directo al precipicio del calentamiento global, los inviernos siguen
siendo fríos).
Pero es que, además, suponiendo que
quitar los coches del centro redujera la contaminación en la zona, no serviría
de gran cosa… porque la naturaleza aborrece el vacío, y aunque se puedan poner
barreras a los vehículos, no se pueden poner barreras al aire (salvo que, como
en la novela La cúpula, de Stephen King, hagas eso, poner una cúpula sobre la ciudad), y la contaminación de fuera de Madrid Central entraría y
estaríamos casi como al principio.
Para terminar, un chute de realidad: en
los cinco primeros días en los que el nuevo equipo de gobierno capitalino
suspendió las restricciones, bajó la contaminación y cayeron un dos por ciento los atascos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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