La
verdad, la civilización occidental, subsección hispánica, no tiene remedio y va
directamente hacia el desastre. Cuando uno cree que el nivel de estulticia que
conoce no puede superarse, van y lo superan. Dos ejemplos.
El
primero es el del programa de televisión Master
Chef, no sé si en versión Celebrity
o Gente normal. Hace tiempo, parte de
la audiencia se puso histérica porque se despellejó una liebre antes de
cocinarla. Debieron pensar que las liebres y conejos son como esa raza de gatos
que nacen sin pelo, y que por tanto se pueden cocinar tal cual sin que huela,
literalmente, a cuerno quemado.
Pues
bien, hace un par de semanas saltó la noticia de que muchos espectadores
encontraron desagradable que se cocinara un crustáceo vivo. Debe ser que desconocían
que los crustáceos se cocinan así, vivos. Desagradable, quizá, pero no es para
sorprenderse. Es como si al ver uno de esos programas tipo CSI o similares, cuando llega el momento de hacer la autopsia del
cadáver (siempre hay un cadáver), exclamaran, escandalizados, ¡qué horror, se le ven las tripas!
La
segunda noticia, debo confesarlo, sí que me ha dejado ojiplático. No por la
estulticia humana, que esa sé que no tiene límites (Einstein dicen que dixit),
sino por el modo de cogérsela con papel de fumar que tienen algunos.
Resulta
que la red social Instagram ha eliminado fotografías de un cocido gallego por infringir las normas comunitarias que
incluyen violencia gráfica, lenguaje que
incita al acoso, violencia y bullying o desnudos y actividad sexual. En la
foto aparecen garbanzos, verduras, carne, chorizos y vino, tal y como estaban
en la mesa al ser servidos. Salvo que vieran el chorizo y los garbanzos como
una alegoría de Dios sabe qué, no tengo ni idea qué les movió a eliminar la
foto.
El
milenarismo ya llegóóóóóóóó…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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