miércoles, 16 de octubre de 2019

En cien años, todos calvos

Como no me canso de decir, si lo del calentamiento global antropogénico irreversible fuera total, completa y absolutamente cierto, no habría necesidad de falsear los datos y las estadísticas, ni tampoco de utilizar a una niña con (a ver cómo lo digo) peculiaridades psicológicas.
Pero el caso es que hacen una cosa y la otra, a veces de manera simultánea. Como hace diez días, cuando saltó la noticia de que la adolescente a la que podríamos llamar la doncella de Estocolmo, en su alocución ante la asamblea general de las Naciones Unidas, cometió un error (para sus defensores) o mintió como una bellaca (para los que no comulgamos con sus ruedas de molino), o la engañaron miserablemente (esto vale para cualquiera de los dos grupos) al proclamar que la gente está muriendo por el cambio climático.
Esto, que indudablemente es cierto (la gente también muere porque le caiga un rayo encima, y hasta por cornada de burro, dado el caso, pero nadie hace de ello un casus belli, valga la licencia expresiva latina), hay que ponerlo en contexto: y el hecho es que, tanto en términos absolutos como relativos (esto aún más, puesto que la población humana del globo no deja de aumentar), cada vez muere menos gente por esta causa.
Hasta un noventa y cinco por ciento menos, para ser precisos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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