Estamos
acostumbrados en esta vieja piel de toro, antaño denominada España y desde hace
unas cuatro décadas Estepaís, a que
los políticos, cuando llegan al poder, tienden en mayor (socialistas) o menor
(populares) medida a confundir el Estado con el partido, y a usar los medios
públicos, que deberían estar al servicio de todos los españoles, en beneficio
de su partido (y en los peores casos, como el actual, en beneficio propio).
Por
lo tanto, no nos extraña que el CIS barra
para casa, que las televisiones y radios públicas tengan una línea editorial favorable al partido que
les mande en ese momento, e incluso que se favorezca aquellas comunidades
autónomas en donde gobierna el mismo partido (o aliados) que lo hace en España.
Ojo, que el que no nos extrañe no quiere decir que pensemos que esté bien.
Pero
lo del actual mandamucho del Centro
de Investigaciones Sociológicas está superando todos los anales. No sólo cocina
unas encuestas que favorecen vez tras vez, y cada vez con mayores porcentajes
de voto, al partido que le colocó en la poltrona, sino que ya ni siquiera se
corta un pelo y pide directamente el voto para ese mismo partido.
Cómo
serán las cosas que hasta Junior ha
reaccionado y ha pedido la dimisión de Tocinos. Perdón, Tezanos.
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