Hoy
es uno de esos días en los que sólo concatenando titulares saldría una entrada
de longitud aceptable. Vamos a ello.
Tradicionalmente,
se han contrapuesto los nacionalismos vasco y catalán. El primero era el violento, mientras que el segundo era el
moderado. Nada más lejos de la
realidad: en ambas regiones españoles había asesinos, y en ambas había
miserables que se aprovechaban de la violencia de los otros (recuérdese lo del
árbol y las nueces). Lo que ocurre es que los catalanes dejaron de matar antes,
para pasar a emplear medios más sutiles (sutiles para el que lleva una venda en
los ojos, claro, porque lo de la inmersión lingüística es todo menos sutil).
Hace
ahora un par de semanas, la Guardia Civil detuvo a nueve terroristas catalanes:
el titular pone nueve separatistas catalanes que planeaban acciones violentas, pero si alguien está planeando
una acción violenta, además de separatista
(o un comunista, o un ultraderechista, o un islamista, o lo que sea) podrá ser
calificado de terrorista sin temor a
caer en la inexactitud. Estos representantes
del pacífico secesionismo catalán
querían atentar contra un cuartel de la Guardia Civil en Barcelona; para ello,
habían acopiado materiales para la fabricación de explosivos, habían elaborado
una cierta cantidad de los mismos (lástima que no les explotasen en las
narices) y los habían probado en una mina abandonada.
Tras
la actuación de la Benemérita, los llamados comités
de defensa de la república pretendieron acosar a la Guardia Civil; sin
embargo, bastó un centenar de manifestantes que defendieran a la institución
fundada por el Duque de Ahumada para frustrar semejante intención. Lo cual
viene a demostrar que, como sus colegas de la boina y la capucha del otro
extremo de los Pirineos, en cuanto se planta cara a esta gentuza reculan con el
rabo entre las piernas (y los dídimos de corbata).
Por
otra parte las reacciones de los políticos demuestran de qué lado de la Ley
está cada cual: Chistorra, Rufián y Cocomocho defendieron a los detenidos,
mientras que Ciudadanos, Vox y Partido Popular responsabilizaron a Sin vocales y a Chistorra de la radicalización separatista. Lo del primero viene –y
en esto es tan responsable como lo fueron antes Rajoy y Triple S- porque si das correa a un chantajista (y los
regionalismos en España son, en esencia, eso en cuanto se les presenta la
ocasión), lo que haces es darle alas y alentarle.
Lo
del segundo es más grave todavía: no es sólo que, en su día, arengara a los
grupos violentos con aquello de apretad,
o que tenga a sus hijos y a uno sobrino incardinado en estos grupos (al fin y
al cabo, uno no es responsable de los actos de sus hijos, por más feos que sean
–los hijos y los actos-, y si no que se lo digan a Goñi Tirapu), sino que
estaba al corriente de los planes de los terroristas e, incluso, había llegado
a entrevistarse con uno de ellos.
Por
menos de esto, en cualquier democracia medianamente seria se empapela
judicialmente a un impresentable de semejante categoría.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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