Con
la que está cayendo actualmente en Cataluña, casi hemos olvidado que no hace ni
dos semanas se planteó en la asamblea legislativa regional contra quien detenta
el cargo de presidente del consejo de gobierno regional: el inefable (puesto
que las palabras se quedan contras para describirlo) Chistorra.
Presentó
la moción el partido que en las últimas elecciones regionales obtuvo más escaños,
a pesar de lo cual no intentó la investidura porque, dijeron, no tenían apoyos
suficientes para que prosperara (algo que viene siendo una costumbre
últimamente también a nivel nacional, a lo que parece): es decir, Ciudadanos. Y
la justificó por la complicidad del censurado con los terroristas detenidos pocos días antes.
Estaba
claro quienes votarían a favor (Ciudadanos y Partido Popular) y quienes
votarían en contra (la patulea necionanista
y los neocom). La única duda,
para algunos, era saber que haría el Maricatalino
y sus cohortes. Para mí, y por eliminación, la cosa estaba bastante clara: no
votarían a favor, porque eso supondría ir de la mano con la derechona, pero tampoco votarían en
contra, porque eso significaría hacer lo que les pide el cuerpo, es decir,
apoyar a los golpistas. Quedaba, por
tanto, únicamente la abstención.
Ante
esto, dos han sido las posturas críticas: Cayetana Álvarez de Toledo, por el
PP, les señaló que los socialistas siempre están en la ambigüedad y la equidistancia (pero obviando el hecho de que el que no está con el bien está,
automáticamente, con el mal); mientras que Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos,
fue mucho menos sutil, al definir al PSC como un partido de lameculos paniaguados mezclados con ladrones pijos, traidores, acomplejados, inmorales y nacionalistas dedicados a servirle a Pujol la cabeza del área metropolitana.
Se
puede decir más alto, pero difícilmente más claro.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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