Hace
ahora ochenta y ocho años se proclamaba ilegal e ilegítimamente una república
en España que pronto demostró ser sectaria y liberticida. Hace ahora ochenta y
cinco años, las fuerzas de izquierda y regionalistas, negándose a aceptar el
resultado de las elecciones, lanzaron una revuelta que fue reprimida por el
Gobierno manu militari. Hace ahora
ochenta y tres años, las fuerzas de izquierdas cometieron fraude electoral (lo
que se suele llamar pucherazo),
asesinaron al jefe de la oposición y se lanzaron (por provocación a la otra
parte) a una guerra civil que estaban seguras de ganar. Hace ahora ochenta
años, perdieron la guerra que ellas mismas habían buscado. Hace ahora cuarenta
y cuatro años, quien había gobernado España desde el final de la contienda
falleció (como suele decirse, de viejo)
en la cama y fue enterrado –no por decisión suya ni de su familia- en el
monumento que había mandado erigir para albergar los restos de los caídos en la
contienda que otros provocaron y en la que él venció.
Naturalmente,
habrá quien diga que las cosas no fueron tal y como las expongo en el párrafo anterior.
Me da lo mismo: así es como yo las veo, y cada uno es libre de opinar como le
plazca. Vamos ahora a la Historia reciente.
Hace
ahora dos semanas, el Tribunal Supremo decidió finalmente sobre el destino de
los restos mortales –me hace mucha gracia cada vez que un progre utiliza esta
expresión, porque probablemente no se dé cuenta de que implica creer en un algo inmortal que abandona el cuerpo
tras la muerte- de Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo de los Ejércitos y
Caudillo de España por la gracia de Dios (empleo estas dos expresiones para
chinchar a los progres que puedan leerlas, si es que alguno se deja caer por
aquí), acordando la exhumación de los restos del lugar donde reposan (la
Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos) y su probable inhumación en
el cementerio de El Pardo-Mingorrubio.
Dejando
aparte la sospechosa coincidencia entre la sentencia y lo que han venido sosteniendo
Sin vocales y sus corifeos
(corifeísimas, en algunos casos), volveré a decir lo que no me canso de
repetir: haciendo eso, los progres van a tener dos problemas por el precio de
uno, porque el Valle seguirá siendo un santuario para los franquistas
(suponiendo que quede alguno vivo), y El Pardo lo será también.
Y
luego está la ridícula reacción de algunos que cuando Franco murió no eran ni
siquiera una idea en la mente de sus padres: la actual número dos de los de la mano y el capullo (y creíamos que con Pepiño y Elena Valenciano habíamos
tocado fondo… ilusos), como la iletrada que es, se alegraba de la decisión y
declaraba, al borde de las lágrimas (¿de cocodrilo?), que a VOX le hace falta algunas clases de democracia. Pues al
PSOE, todas, monina.
Eso, suponiendo que sea capaz de asimilar lo que les
enseñen, cosa que dudo: si en cosa de siglo y medio no han podido, no van a
empezar ahora…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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