miércoles, 27 de enero de 2016

Juntos, pero no revueltos

El problema del grupo neocom en el Congreso (problema para ellos, a Dios gracias, y no para España) es que no es un grupo homogéneo, como es el caso del Partido Popular; ni siquiera es un grupo más o menos homogéneo, como el PSOE, donde la única nota discordante suele ser el capitidisminuido grupo del PSC. No, el grupo parlamentario de Podemos es en realidad un batiburrillo de movimientos, mareas, círculos y asociaciones que lo único que tienen en común (chiste fácil, lo sé) es el odio a España y un ansia desmedida e indisimulada de poder apenas disimulada bajo una capa de demagogia populista de la peor especie. Vamos, nada que les diferencie de la izquierda española de toda la vida.
Esa heterogenia compositiva (mira, dos palabras pentasilábicas seguidas) se puso de manifiesto hace diez días, cuando llegó el momento de crear los grupos parlamentarios. Junior quería (al menos de boquilla) que sus setenta diputados se agruparan en cuatro grupos, con lo que cobrarían tanto como el grupo Popular (con casi exactamente un setenta y cinco por ciento más de miembros) y tendrían más tiempo para hablar. Sin embargo, el Reglamento del Congreso no permitía esa artimaña (fraude de ley es la terminología jurídica correcta, y mucho más descriptiva), lo que generó las primeras tensiones entre los neocom. Esas tensiones se agudizaron cuando, en el último momento, Podemos solicitó un solo grupo confederal, mientras que cuatro miembros de Compromís pidieron grupo propio.
En fin, sólo queda desear que esto sea el comienzo de una hermosa enemistad. Hermosa para los que no pensamos como ellos y les vemos como uno de los mayores daños potenciales para España.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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