viernes, 22 de enero de 2016

No es tan fácil engañar a un chino…

Actualmente, los grandes capitales vienen de China, como hace medio siglo venían de Japón (siempre recuerdo la frase que aparece en Sol naciente, la novela de Michael Crichton, atribuida a Akio Morita, el fundador de Sony, que decía, a propósito del hecho de que las empresas japonesas estaban comprando a las estadounidenses: si no quieren que lo compremos, no lo vendan). Ya sea equipos de fútbol (como mi querido Español) o edificios, los yuanes fluyen por todas partes.
En la Plaza de España de Madrid hay dos rascacielos, la Torre de Madrid y el Edificio España. Mientras que el primero goza de una razonable buena salud económica y estructural, el segundo ha ido dando tumbos en la primera, y como consecuencia se encuentra en un estado de abandono que afecta a la segunda.
Así las cosas, el grupo Wanda (uno de esos conglomerados chinos; de hecho, el mayor grupo inversor del mundo) se mostró interesado en invertir en Madrid y compró el Edificio España, con ánimo de reformarlo, restaurarlo y que volviera a ser económicamente viable. Sin embargo, las trabas que le ha ido poniendo el consistorio neocom que rige los destinos de la Villa y Corte hicieron que primero se plantease abandonar sus propósitos, y que finalmente desistiera de los mismos.
Lo malo no es que este grupo chino nos mande a la mierda, con toda la razón del mundo. Lo verdaderamente malo es que España en general, y Madrid en particular, queda como la mierda a los ojos de los chinos.
Y tres mil millones de ojos son muchos ojos, doña Rojelia

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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