lunes, 25 de enero de 2016

No hay mal que por bien no venga

En España no existe eso que se ha dado en llamar nacionalistas buenos. Los nacionalistas periféricos son, por definición, malos, nocivos, perniciosos, perjudiciales. Si acaso, podríamos distinguir entre nacionalistas violentos y no violentos –siendo éstos casi más despreciables que aquéllos, porque tienden a aprovecharse de las acciones perpetradas por los primeros- o, como es el caso, entre nacionalistas educados y maleducados.
La mayor parte de los nacionalistas pertenecen al de los zafios, groseros y patanes. Están tan imbuidos de la legitimidad de sus reivindicaciones y mentiras que ni siquiera se preocupan en guardar las más mínimas normas de urbanidad y cortesía (vamos, como un Junior cualquiera). Nuevamente, los educados son casi más insoportables: de tan zalameros, suaves y babosos resultan casi asquerosos.
Y entre ellos, el epítome lo constituía ese necionanista catalán nacido en Aragón de apellido Durán y Lérida. El eterno hombre de convergencia en Madrid, ponía la sonrisa (babosa, ya lo he dicho) a las exigencias provenientes de esa esquinita de España, que diría el calvo melifluo. Sin ninguna relavancia política por sí mismo, se ha tirado un tercio de siglo largo en el palacio de la Carrera de San Jerónimo gracias a estar incluido dentro de la coalición que durante ese mismo lapso de tiempo lo ha sido prácticamente todo en Cataluña.
Pero todo se acaba, y la coalición terminó también. Abandonado a sus propias fuerzas electorales, Unión Democrática de Cataluña ha quedado reducida a la inanidad parlamentaria que, en puridad, siempre le debería haber correspondido. Así las cosas, la rata capitán abandona el barco y renuncia a seguir presidiendo ese proyecto en descomposición putrefacta, como todo aquello que ha tocado Arturito Menos y, antes que él, su mentor Jorgito Poyuelo.
Eso sí, fiel a la soberbia del personaje, no se ha resistido a una última frase pomposa, diciendo que las cosas hubieran ido mejor si Pujol hubiera optado por mí. Hubieran ido mejor… para el propio Durán, quizá, pero para nadie más.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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