domingo, 15 de mayo de 2016

No saber irse a tiempo

Vicente del Bosque, seleccionador español de fútbol, tiene marchamo de buena persona porque no suele decir una palabra más alta que otra. Sin embargo, si se presta atención a lo que dice o deja de decir, y no al modo en que lo hace, se ve que de noble sólo tiene el título que le concedió Su Majestad el Rey Juan Carlos I.
Para empezar, la herida por su salida del Real Madrid (probablemente injusta) sigue supurando, década y media después. Los feos al equipo al que le debe todo son continuos, desde no asistir al homenaje al presidente de honor del club cuando falleció, aduciendo excusas peregrinas, hasta emplear un doble rasero cuando determinados comportamientos vienen del club merengue o de jugadores del Fútbol Club Barcelona.
Y si como ser humano es criticable, como técnico es fácilmente mejorable. Desde su salida del Real Madrid hasta su acceso al puesto de seleccionador nacional, el técnico helmántico no hizo nada reseñable. A mayor abundamiento, una vez se agotó la inercia de lo conseguido por Luis Aragonés (que ese sí que sabía de fútbol) y los jugadores, por ley de vida, han ido perdiendo facultades y retirándose de la primera línea.
Muestra de esa inepcia técnica es el hecho de llevar a un delantero –Diego Costa- cuyo estilo de juego es radicalmente incompatible con el sistema de juego que se empeñan en mantener en la selección (el famoso tiquitaca); o la nefasta preparación para el Mundial de Brasil, que acabó con el ridículo que todos recordamos y que nos gustaría poder olvidar.
Para remate, este hombre carece de la discreción que permite saber cuándo debe marcharse. Debió hacerlo tras el referido fracaso mundialista, pero siguió. Dijo que lo haría tras la próxima Eurocopa, y ahora, diciendo Diego (Costa, quizá) donde dijo digo, afirma que No me voy, hemos cubierto una etapa larga. Haré lo que la Federación quiera. Son ochos años y nos ha dado tiempo a todo, a ganar y a perder. Y también, como hoy, a representar al fútbol español de la mejor forma posible. Sin negarle la verdad a sus palabras, habría que matizar que las victorias se concentran en la primera mitad de esos ocho años, mientras que las derrotas son las que jalonan la parte más reciente de esa etapa larga.
Así que, por favor, ¡lárguese de una vez, señor Marqués!

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: