jueves, 26 de mayo de 2016

Sed lo que os dé la gana, pero sin incordiar

Lo que voy a comentar sólo se explica por una extraña confluencia entre la libertad de expresión y la protección de los derechos de autor. Tiene que ver, cómo no, con la izmierda que rige los destinos (funestos como el comienzo del reinado de Witiza, a lo que parece) del ayuntamiento de la Villa y Corte.
Cuando la estríper aficionada y sus acompañantes entraron en la capilla de la Complutense, llevaban pintado en sus torsos palabras como violenta, bollera, puta, libre o lesbiana (palabras que no podrían haberse leído de no haberse despojado de –al menos- parte de su ropa), y leyeron un texto en el que aparecían esas mismas expresiones.
Ahora, la fiscal encargada del caso ha señalado, con tanta valentía (teniendo en cuenta la dictadura de lo políticamente correcto) como concisión, que Es obvio que las señoritas están en su derecho de alardear de ser putas, libres, bolleras o lo que quieran ser, pero esa conducta realizada en el altar, espacio sagrado para los católicos al encontrarse allí el Sagrario, lugar donde según sus creencias se encuentra su Dios, implica un ánimo evidente de ofender.
Naturalmente, la retroprogresía en pleno, con los neocom a la cabeza, han cargado contra la fiscal. Sorprendentemente, el fiscal jefe de Madrid salió en defensa de su compañera –si bien con esa verborrea confusa y profusa que tan alejada está de la empleada por su subordinada-, al igual que Esperanza Aguirre, que ha señalado lo obvio: la fiscal no se ha inventado nada ni califica de nada a nadie (en cualquier caso, las asaltacapillas ya se habrían descrito a sí mismas, con sus actos y con sus palabras).
La edil neocom ha reiterado que nunca tuvo la voluntad de ofender. La fiscal, probablemente, tampoco: se ha limitado a ser descriptiva, no de las que delinquieron –que, probablemente, también-, sino de sus actos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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