martes, 20 de marzo de 2018

Crónica de una muerte muy esperada


Hace exactamente un mes saltaba el titular de que Se agudiza la crisis de Pablo Iglesias en Navarra: "Parece que Podemos está muriendo", para añadir a continuación La dirección de Podemos ha expulsado a los cuatro críticos navarros que han dicho que no se marchan. Analicemos lo anterior despiezándolo poco a poco:
  • Se agudiza. Eso quiere decir que la cosa no es de hoy (el veinte de Febrero) ni de ayer, sino que la cosa venía de más atrás y que, como la bola de nieve que rueda pendiente abajo, va adquiriendo volumen y velocidad (o velocidad y volumen) sin que nada ni nadie sea capaz de detenerlo o siquiera frenarlo.
  • La crisis. Lo que se agudiza es la crisis del partido neocom español. Partido que no es tal, sino una suma de grupúsculos, un batiburrillo de agrupaciones, un totum revolutum en el que sus diferentes componentes sólo tenían en común una cosa: el odio (no la aversión, no el rechazo, no: odio puro y duro) a la situación establecida. Y no porque, como proclamaban y proclaman, quisieran derribarla, sino porque como todas las revoluciones que en el mundo han sido –la francesa, la rusa, la china, la cubana…- sólo aspiran a una cosa: a instalarse ellos en la poltrona o, en las inmortales palabras de Goscinny, a ser califa en lugar del califa.
  • De Pablo Iglesias. Las autocracias pretendidamente colectivas nunca han perdurado mucho tiempo: los dos triunviratos de la antgua Roma pronto devinieron biumviratos (Craso murió, Lépido prudentemente se retiró a un segundo plano) que, tras el enfrentamiento entre los dos restantes se convirtieron en monocracias; la tetrarquía de Diocleciano apenas superó la retirada de su creador (una rara avis dentro de la larga nómina de emperadores romanos, que abandonó voluntariamente el poder); en la Francia del Terror era Robespierre quien mandaba (y si no, que se lo digan a Danton), y poco después de los tres cónsules sólo quedaba el pequeño corso; en la Rusia post-zarista era Lenin quien controlaba las riendas del poder, y muerto éste sólo quedó Stalin, porque Trotsky salió por piernas hasta que sufrió una indigestión fatal de piolet; en China mandó Mao, y sólo Mao, y ahora parece que, tras cuatro décadas de ordenadas sucesiones, Xi Jinping vuelve por donde solía el pedófilo revolucionario. Sirva toda esta larga enumeración de ejemplos para explicar que, aunque proclamen que todos son iguales, el que manda en el partido –o el que aspira a que le hagan caso, cada vez menos- es uno y nada más que uno: Junior. Luego la crisis de su liderazgo es la crisis del partido, o viceversa.
  • En Navarra. Porque es lo que toca, pero al circo neocom le crecen los enanos a la que se despistan: en Cataluña la bruja Piruja hace lo que le da la gana, en Madrid el ayuntamiento es una jaula de grillos, en Andalucía doña Kichi ha salido respondona, y así sitio tras sitio.
  • Parece que Podemos está muriendo. Como todos, los neocom empezaron a morir cuando nacieron (nos pasa a los seres humanos, no les va a pasar a ellos…). Pero en el caso de la agrupación morada, la necrosis es casi denominación de origen: empezaron tan alto, y con tan altas expectativas, que no les quedaba sino caer en cuanto la gente –no los incondicionales, porque esos son incapaces de reconocer la realidad ni aunque se den de bruces con ella- se percataran de que no eran más que los paleocom de siempre con un ropaje nuevo que, sin embargo, no impedía percibir su fétida hediondez. Y siguen muriendo aunque parezcan disimularlo a base de absorber a los paleocom, ya de por sí heridos de muerte; quizá sea éste el único servicio que, de verdad, han prestado a España. Y como creen que los españoles en general son tan estúpidos como sus corifeos en particular (aunque tampoco andan muy allá, no vaya usted a creer), siguen empeñados en repetir las mismas soflamas trasnochadas y en pisar todos los callos que pueden, de los sentimientos religiosos a la propiedad privada (y, en esto último, con la Iglesia hemos topado, que diría don Quijote).
  • La dirección de Podemos ha expulsado a los cuatro críticos navarros. Esencia de todos los totalitarismos, y más aún si son de izquierdas, son las depuraciones, las purgas, la eliminación (en otros tiempos, hasta física) de los críticos, que no son sino aquellos que pensaban que podían eso, pensar por su cuenta.
  • Que han dicho que no se marchan. Con lo que volvemos a mitad de la entrada: lo importante no es mandar, sino que te hagan caso. Y a Junior cada vez más le toman por el pito del sereno, incluso los suyos… mientras sigan siendo suyos, que cada vez menos.

Nihil novo sub sole, por lo tanto.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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