viernes, 9 de marzo de 2018

Hija de mil padres


Manuela Carmena es muchas cosas. Abogada. Juez. Alcaldesa de Madrid. Filoterrorista o, al menos, excesivamente comprensiva con los miserables asesinos del hacha y la serpiente. Presunta defraudadora fiscal. Y muy sectaria.
La Ley de Desmemoria Histérica que parió Rodríguez es una norma profundamente sectaria y, por ello, probablemente inconstitucional, aunque nadie haya tenido, a lo que parece, los santos dídimos de plantear la cuestión. Considera que todos los de un bando, el rojo, fueron buenos y murieron injustamente, y que todos los del otro, el facha, fueron malos y se merecían cualquier desgracia que les sucediera.
En realidad, no sé si lo considera así, pero no me extrañaría en absoluto. Porque no de otra manera se explica que, en ese afán de la izmierda por desenterrar muertos y reabrir heridas, pretendiera incluir en la placa que iba a colocar en el cementerio de la Almudena como homenaje a los fusilados por el franquismo en el primer lustro tras la guerra a trescientos treinta y cinco chequistas. Trescientos treinta y cinco animales. Trescientos treinta y cinco bestias. Trescientos treinta y cinco asesinos. Trescientos treinta y cinco miserables. Trescientos treinta y cinco personas que, es duro y poco cristiano decirlo, están mejor muertas.
Para la última frase de esta entrada, esa que suelo usar para rematar en un párrafo aparte, me remito al título. No se puede decir más claro lo que pienso de ella. Y que me perdone la creadora del muñeco de ventriloquía.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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