sábado, 24 de marzo de 2018

Dan auténtico asco


La tragedia del asesinato del niño Gabriel Cruz a manos de la pareja de su padre ha puesto de manifiesto, por si a alguno le quedara alguna duda, la miseria moral de la izquierda española, que cuando el sectarismo y la realidad chocan la culpa siempre es, para ellos, de la realidad, nunca del sectarismo y esto ocurre tanto dentro del parlamento como fuera.
La asesina (no presunta, sino confesa) del niño, de la cual ya había sospechas sobre su culpabilidad desde antes de su detención –lo que acabo de decir es una perogrullada, no se detiene a nadie por asesinato si no se sospecha de él; lo que quiero decir es que entre el surgimiento de las sospechas y la detención transcurrieron varios días, sin que la dilación tuviera ninguna consecuencia luctuosa en el sentido de que el niño murió al poco de desaparecer-, no es, desde luego, ninguna joyita, sino más bien todo lo contrario, una especie de –para simplificar- es prostituta desplumahombres y posible infanticida. Un dechado de virtudes, vamos.
Pues bien, a pesar de todo esto, miembros del mundo de la cultura como Lucía Echevarría declaran, y se quedan tan panchos, que el padre del niño es responsable de su muerte. Criticada por esa valoración, la escritora matizó que no lo consideraba culpable, pero sí responsable por haber dejado a su hijo al cuidado de una desconocida… obviando la circunstancia de que esa desconocida era la pareja del para ella responsable. Conclusión: calladita estaba mejor (no más guapa porque eso es imposible; menos fea, quizá).
Luego está la nauseabunda clase política de la izmierda. A pesar de que asesinos confesos como el de Diana Quer dicen sin ningún empacho que, aunque les condenen por homicidio, a los siete años ya estarían fuera (sin que se aprecie arrepentimiento alguno), los representantes en la cámara baja de suciolistos y neocom se niegan a retirar la petición de derogación de la llamada prisión permanente revisable (denominación que constituye un oxímoron, puesto que si es permanente no es revisable y viceversa; sería mejor llamarla, por mal que sonara, prisión indefinida), ni aunque se lo pidan los familiares de las víctimas de esas alimañas.
Según los comunistas, porque no es la solución (habría que decir las comunistas, porque Junior no tuvo los redaños de enfrentarse a los familiares de los asesinados y prefirió enviar a su calientacamas). Según los de la mano y el capullo, porque defienden la reinserción y porque no se puede legislar en caliente… obviando el hecho de que hay monstruos que nunca jamás serán reinsertables, y que eso lo demuestran los datos, fríos y escuetos: criminales excarcelados como consecuencia de la derogación de la doctrina Parot –otro favor que debemos al sedicente Tribunal Europeo de Derechos Humanos-, singularmente violadores, han reincidido en sus conductas abominables. Y aunque en el debate hicieron uso de los muertos con el descaro que les es habitual, la portavoz socialista afeó a naranjitos y populares su oportunismo y electoralismo al permitir que se debata en estos momentos de dolor. Es como lo de no celebrar juicios a políticos en periodo electoral, por aquello de no estigmatizarles.
Otra perla fue la de la alcaldesa de Madrid, siempre tan comprensiva con algunos delincuentes. En esta ocasión –me gustaría saber en qué asignatura de la carrera aprendió eso- declaró que la violencia está incardinada en el ADN dela masculinidad. Por esa regla de tres, la asesina de Gabriel era un marimacho, poco más o menos, porque, al igual que, según ellos mismos, los de izquierdas son genéticamente incapaces de cometer un delito, las mujeres parece que serían genéticamente incapaces de cometer un acto violento.
El remate lo volvieron a dar los socialistas, que en horas veinticuatro pasaron de declarar que votarían a favor de la derogación de la prisión indefinida (me parece que voy a utilizar esa denominación a partir de ahora, a ver si prospera), a pedir, por boca de su ceceante portavoz parlamentaria, que la votación fuera retirada del orden del día.
Según algunos, lo hicieron preocupados por el daño que puede hacerle el debate: por eso nunca seré político.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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