viernes, 2 de marzo de 2018

Tribunal Prostitucional


Prácticamente desde que nació, ha planeado sobre el Tribunal Constitucional la sombra de su politización o, por mejor decir, de la politización de sus componentes. Es esta una consecuencia ineludible del hecho de ser los magistrados nombrados por el parlamento (ah, la maldita partitocracia) por un tiempo determinado. Es posible que ambos problemas se solucionaran siguiendo el ejemplo estadounidense, en el que los magistrados del Supremo (que allí tiene también funciones de corte constitucional) son propuestos por el ejecutivo y nombrados por una amplia mayoría del legislativo, pero por tiempo indefinido (esto es, hasta que dimitan o se mueran).
Ese tufo a politización, que arranca de la sentencia sobre la expropiación de Rumasa y pasa por la del sedicente estatuto catalán, hace que incluso cuando la alta corte dicta una resolución justa, algunos podamos cuestionarnos si los motivos de la resolución son estrictamente jurídicos o sus señorías, por emplear una expresión de un magistrado (constitucional, por desgracia) indudablemente politizado, han manchado sus togas con el polvo del camino.
Vienen todos estos circunloquios a cuenta de la decisión del Tribunal Constitucional de anular el sistema que incluía la LOMCE para escolarizar en español en Cataluña. Como no me he leído ni la norma (aunque algunos dicen que técnicamente es bastante mejorable, lo que parece ser una constante desde hace ya tiempo en la prolija producción normativa española) ni la resolución, ignoro si el fallo se ajusta a Derecho con holgura o empleando fórceps. Pero ya dice el viejo adagio castellano aquello de piensa mal y acertarás.
Así las cosas, no es de extrañar que el Gobierno reconociera que la sentencia del Constitucional podría condicionar sus medidas (¿qué medidas?) en Cataluña.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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