martes, 11 de agosto de 2020

Reflexiones atemporales (XI): Hiprogresía

Precisamente ayer hablaba de esa tendencia tan extendida -y tan humana- en la izquierda española de acusar a los demás de los propios defectos.
Ese rasgo corre parejo con otro, que consiste en proclamar consignas altisonantes y solemnes como normas de conducta que deberían extenderse por toda la sociedad, pero en actuar, en su vida personal, en un sentido diametralmente opuesto.
Ahí van unos cuantos ejemplos: criticar a un ministro por buscar medios legales de pagar menos impuestos, afirmando solemnemente que jamás tendrás a alguien así en tu consejo de ninistros, pero en cuanto los casos te empiezan a salir como setas (y, en algunas ocasiones, los medios no solo no son estéticos, sino incluso dudosamente éticos), te olvidas de esa proclama; decir que un ministro no debería vivir en un ático de seiscientos mil euros, pero en cuanto puedes te compras un chalet en la sierra por un precio (declarado) exactamente igual; sostienes que deben limitarse tanto los mandatos como los sueldos percibidos por los políticos, pero cuando te afecta a ti vas ampliando repetidamente los límites hasta dejar la decisión a tu propia discreción; afeas que la mujer de quien fuera presidente de Gobierno llegue a alcaldesa de la capital, pero no tienes vergüenza alguna en colocar a tu calientacamas de ministra de lo mismo da; defiendes el acoso a políticos como una muestra de jarabe democrático, y criticas a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado como matones del régimen, pero cuando eres tú el acosado recurres a esas mismas fuerzas del orden para que vigilen tu casa; afirmas muy solemne que nunca pactarás con golpistas, separatistas, terroristas o comunistas, y cuando llega el momento pactas, no con uno de ellos, sino con todos a la vez para crear la mayoría Frankenstein más monstruosa (pido disculpas a la criatura salida de la pluma de Mary Shelley) que han visto ojos humanos… ¿Para que seguir?
Cuando una conocida -es dudoso que lea el blog, así que poner su nombre no tiene sentido- señaló alguna de estas incoherencias, di con el término que las definía, y que es el que da título a esta entrada. Pensaba haber sido completamente original, pero en los últimos días me lo he encontrado un par de veces en la llamada prensa escrita. Si ha habido plagio por mi parte, no he sido consciente, pero mi orgullo por la presunta creación se ha visto algo capitidisminuido.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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