domingo, 23 de agosto de 2020

Tonto, malo

Como recordarán los que me leen desde el principio (¿hay alguno, acaso, que haya aguantado tanto tiempo?), mi eterna duda con Rodríguez era qué rasgo de su carácter predominaba, si la maldad o la estulticia. Cada vez que creía estar seguro de haber llegado a una conclusión definitiva, ocurría algo que reavivaba mi incertidumbre.
Pasados los años, la zozobra permanece. zETAp no es precisamente un genio -se me hace difícil encontrar algún político, español o extranjero, de este milenio que sea medianamente inteligente… quizá Vladimir Putin, que une a su astucia una aparente falta absoluta de escrúpulos-, pero tampoco le consideraba absolutamente malvado. Probablemente, sea su sectarismo (que de eso sí que tiene, y por arrobas) el que le impulsa a cometer tanto sus villanías como sus imbecilidades.
Porque decir que hay que aceptar que el chavismo es una realidad y que el gobierno es el que es es una perogrullada, pero una perogrullada del género miserable. El exterminio que Leopoldo II realizó en el Congo también era una realidad; fue una realidad el genocidio que los otomanos perpetraron en Armenia, los bolcheviques en Ucrania, los nacionalsocialistas en toda Europa y los jemeres rojos en Camboya. Es una realidad que los mahometanos más intransigentes degradan a la mujer y consideran legítimo, y hasta bueno, el asesinato de infieles y apóstatas. Pero el que sean realidades no significa que deba permanecerse impasible ante ellas. Mucho menos supone que deba uno abstenerse de criticarlas y de combatirlas.
Ya puesto, el franquismo era una realidad, la izmierda buscó, provocó y perdió la guerra civil y durante cuarenta años, el PSOE brilló por su ausencia como oposición al régimen. Y eso no parece que lo haya aceptado demasiado bien ni Pancartero, ni su epígono Sin vocales.
También es una realidad que Rodríguez, sobre ser un inútil, es malvado, sectario y cómplice, cuando no simple correveidile o mamporrero, de un régimen criminal y tiránico. Lo acepto, pero no me quedo callado, y lo diré, modestamente, todas las veces que haga falta. 
Aclaro, para los que no me conocen demasiado bien, que lo de modestamente es una licencia poética…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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