Algo
que diferencia a los políticos actuales de los de épocas pretéritas es,
básicamente, su talla moral. Incluso entre los sujetos de ideología
despreciable, los de antes por lo menos tenían más redaños, y no les importaba
ir a la cárcel, e incluso dar la vida, por sus ideas.
Los
de ahora están hechos de otra pasta. De una de peor calidad, por lo que puede
deducirse de su modo de actuar. No hay más que ver las reacciones de los
golpistas catalanes cuando se han visto en la tesitura de arriesgarse a dar con
sus huesos a la trena. Si no tienen otro remedio, van; pero si ven cualquier
excusa o posibilidad de evitar ese mal trago, salen por piernas como Cocomocho, o dicen Diego donde dijeron
digo.
Es
el caso de la presidente de la asamblea legislativa regional. Cuando se
planteaba la posibilidad de aplicar finalmente el artículo 155 de la
Constitución, proclamaba toda gallarda que no darían ni un paso atrás. Apenas tres semanas después, y con la Fiscalía
pidiendo prisión incondicional para ella, aseguró ante el Tribunal Supremo que
la declaración de independencia del pasado 27 de septiembre tenía un carácter simbólico y acataba de forma
expresa ante el juez la aplicación del artículo 155 de la Constitución
Española.
Ni
huevos, ni redaños, ni vergüenza.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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