Una
de las tesis que sostengo es que algo que une a izquierdistas y regionalistas
en España es, precisamente, el odio a España. Por ello, no deja de resultar
irónicamente paradójico que gracias a unos podamos llegar a librarnos en cierta
medida de los otros.
Los
neocom en Cataluña han oscilado entre
las tendencias filosecesionistas y la sumisión al líder único, con más
querencia por las primeras que por lo segundo. Ya la bruja Piruja optó por crear su propio movimiento sin bailar al son
que tocaba Junior, con el afán de
convertirse en califesa en lugar de los califas regionales (algo que tienen en
común casi todos los líderes neocom
es un ego de tamaño superlativo y unas ambiciones a la par, al igual que unas
capacidades de gestión inversamente proporcionales a las anteriores).
Ahora
es el líder regional neocom, un
sujeto de apellido Fachín (siendo
rojo, lo cual corre parejo con un anticatólico apellidado Iglesias, un comunista apellidado Monedero y un antitaurino apellidado Errejón), el que ha planteado la posibilidad de unirse al partido
de la alcaldesa barcelonesa. La consulta a las bases provocó crispación y
malestar en el visir regional, que acabó dimitiendo, rompiendo su carné neocom y creando un partido instrumental (son sus palabras, no las
mías) para integrarse en un frente
nacionalista, al tiempo que, como la Bescansada
diputada, canta las verdades del barquero: la dirección de Podemos impone decisiones sin diálogo ni garantías,
mediante un decretazo.
Vamos,
como han hecho los comunistas de toda la vida, de Marx para acá.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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