En
la segunda parte de su Trilogía de la Luna, Burroughs narra los comienzos de la revuelta de los terrestres contra
los selenitas (llamarles lunáticos
sería un chiste demasiado fácil).
El
título de la novella se explica sólo,
desde mi punto de vista, como contraposición al de la primera parte, porque no
aparecen auténticos selenitas, sino más bien mestizos entre humano y selenita. Quizá
el anteponer la preposición Contra a
las cinco palabras (en español) del título sería algo más ajustado, además de
tener una indudable mayor carga dramática.
Por
lo demás, en el protagonista se mantienen las constantes de los demás héroes de
Burroughs con los que me he cruzado: altos, fuertes, valientes, caballerosos,
amantes de su familia… y bastante miopes para darse cuenta de cuándo una chica
está por sus huesos, o de que lo que sienten en las tripas no es una
indigestión, sino amor.
La carga de crítica política es más fuerte en esta parte central de la trilogía que en las otras dos, con una nada disimulada animadversión hacia las consecuencias de la revolución en Rusia... empezando por denominar teivos (soviet al revés) a la unidad organizativa de la América ocupada. No hay, en cambio, connotaciones racistas, puesto que se presenta a un personaje judío como alguien de gran entereza y digno de admiración.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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