Con
el Partido Socialista Obrero Español, lo único de lo que uno puede estar
siempre seguro es que cambiará de opinión con mucha más frecuencia de la que la
mayoría de la gente cambia de ropa interior.
Tenemos
un buen ejemplo en los últimos acontecimientos relacionados con la llamada cuestión catalana. Al modo de los que
bailan el conocido (¿en décadas pretéritas) ritmo de la yenka, su secretario
general (y la mayoría del partido detrás: no conviene olvidar que los partidos
políticos son, en su práctica totalidad, estructuras piramidales férreamente
jerarquizadas) tan pronto apoyaba al Gobierno en su defensa de la legalidad
constitucional como sacaba de la chistera las manidas y raídas soluciones que llevan décadas perorando,
de la España confederal a la reforma
constitucional.
Y
tras apoyar la aplicación del artículo 155 de la norma suprema de nuestro
ordenamiento jurídico, apenas diez días después se descolgaba diciendo que la solución al problema catalán no es la vía penal. Como hasta un reloj parado da la hora correcta dos veces al día, Sin vocales quizás acertara, pero por
pura casualidad (y un puntito de mala leche en mi interpretación de sus
palabras, claro está).
Lo
que quiero decir es que, desde mi punto de vista, no existe un problema catalán. Lo que existe, desde
hace unas quince décadas, es un grupo de políticos aprovechados que han
calentado la cabeza a parte de las masas con una serie de falacias y
tergiversaciones cuyo único objetivo era su medro personal y egoísta.
Contra
estos políticos, la vía penal es la solución, el remedio y la panacea. Todo en
uno.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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