Los
políticos, en general, son gente bastante soberbia. Claro que, al menos desde
mi punto de vista, si son españoles y de izquierdas la cosa se agudiza hasta
extremos casi planetarios, que diría Masturbito.
Tomemos,
por ejemplo, el caso de las elecciones celebradas a finales de los setenta en
España –nunca me he preocupado de averiguar si eran nacionales o municipales;
las autonómicas todavía no existían, gracias a Dios-, en las que el Partido
Socialista no obtuvo los resultados que esperaba y que las encuestas, supongo,
vaticinaban. ¿Cuál fue la reacción de sus dirigentes? ¿Quizá reconocer que algo
habrían hecho mal, y ponerse a enmendar su error? ¡Quiá! Alfonso Guerra,
entonces vicetodo y posteriormente miemmano, declaró que España se ha equivocado. Y se quedó tan
pancho.
Ahora
es Junior el que se niega a reconocer
los errores. Después de años oscilando entre una postura y otra, aunque siempre
más próximo a los antes regionalistas y hoy golpistas o filogolpistas,
finalmente se ha bajado los pantalones (metafóricamente, gracias a Dios) ante
la bruja Piruja y ha decidido
someterse a sus dictados en Cataluña. En parte como consecuencia de su caída en
los sondeos, y en parte como causa de esa caída (una especie de círculo
vicioso, vamos).
¿Ha
pensado el de la coleta que esa caída en el CIS pueda deberse a una estrategia
equivocada? Nones: la culpa es, según él, de los ataques de la Brunete mediática. Lo cual no deja de
ser curioso, teniendo en cuenta que en general los medios de comunicación son
de izquierdas y llevan bailándoles el agua a los neocom desde que aparecieron en escena.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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