A
comienzos de este mes saltó la noticia de que Cocomocho y el estrábico con sobrepeso (o, como decía el titular,
el preso en Estremera y el fugado en Bruselas) se disputaban el liderazgo separatista en las elecciones ilegítimas.
Elecciones a las que, por muy ilegítimas que las calificaran, ambos pensaban
presentarse, faltaría más.
Los
pedecatos buscaban a la desesperada
una lista única con los ierreceos. Cosa
lógica, porque desde que Jorgito Poyuelo
abandonó la primera línea de la política la antaño hegemónica formación
conservadora se haya en caída libre en los sufragios, cuesta abajo y embalada
camino de abandonar, no ya la primera posición, sino incluso el podio de las
tres más votadas. Una reedición de Juntos
por el sí, bueno, vale, no estábamos preparados sería lo único que les
garantizaría pesebre suficiente con el que alimentar a sus cada vez menos
pujantes huestes.
Y
el partido del preso, que ve (tanto el partido como el preso: la ocasión de
hacer el chiste fácil era demasiado buena como para dejarla pasar) al alcance
de la mano el aposentar sus posaderas en el sillón de presidente regional (y
quién sabe si hasta de la república independiente de su casa), lógicamente se
resistió a ello, y, al final, cada uno fue por su lado.
Mientras
no vuelvan a encontrarse…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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