Fue
nuestro Señor Jesucristo el que dijo aquello de ver la paja en el ojo ajeno y
no ver la viga en el propio. Un amigo mío, al que llamo el niño del reloj (los lectores que le conocen sabrán a quien me
refiero, y a los que no, no les importa) define la hipocresía con la colorida
expresión de habló de putas la ‘Tacones’.
Es
decir, que hay ocasiones en las que quien habla debería haber mantenido la boca
cerrada, porque tiene mucho que callar. Es el caso del conductor de autobús
devenido autócrata que rige (es un decir) los destinos de Venezuela desde la
muerte del gorila rojo. Este tirano,
a propósito del golpe de Estado en Cataluña, todo desahogao (que diría la sin par Carmina Ordóñez), ha declarado que España tiene miedo a una revolución de los pueblos oprimidos, que teme una
revolución popular de pueblos
explotados contra la burguesía.
Puede
suponerse que el discurso del sátrapa caraqueño se debe a que los populistas
como él tienen unos pocos lugares comunes (y eso, suponiendo que tengan más de
uno) que van repitiendo machaconamente en todas sus alocuciones. O quizá se
deba a que ignora que los que están detrás del golpe de Estado son precisamente
los burgueses (que han utilizado como
carne de cañón a los antisistema, pero esa es otra historia… además de que,
actualmente, los antisistema no suelen ser, precisamente, muertos de hambre, o
como diría Junior, lumpen de una clase social muy inferior).
En
cualquier caso, Maduro debería madurar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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