Una
máxima a la hora de juzgar a los políticos es no fijarse en sus palabras, sino
en sus hechos. Incluso cuando esos hechos consisten, paradójicamente, en palabras.
Tomemos,
por ejemplo, el caso del envío a prisión del estrábico con sobrepeso y los ocho
miembros del consejo de gobierno regional. ¿Qué han hecho algunos de aquellos
que, según ellos mismos, están comprometidos con la democracia y con (puaj) la
gente?
Los
neocom han lamentado la medida. El ayuntamiento de Barcelona, a cuyo frente se
encuentra la bruja Piruja, juega a la
confusión ambivalente, diciendo tanto que el gobierno de Cocomocho es legítimo como que no lo es la sedicente república
independiente catalana… pero destrozan la ambivalencia colgando en el exterior
una pancarta reclamando la libertad para los presos políticos. El Partido Socialista Obrero Español apoya la
aplicación del artículo 155 de la Constitución… pero su franquicia (o su
matriz, quién sabe, por cómo se comportan unos y otros) ve desproporcionado que se encarcele a los golpistas. Y el Fútbol Club
Barcelona proclama que no quieren ser utilizados políticamente… pero lamentan los encarcelamientos en un
comunicado.
Lo
dicho, sus hechos (verbalizados) hablan muy elocuentemente por ellos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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