Poco
antes de leer esta entrada comenté en otro blog –precisamente el que, hace cosa
de un año, me mencionaba- que la izquierda está condenada a autodestruirse por
ser, precisamente, izquierda. La entrada que comentaba trataba el mismo tema
que ésta, la debacle que se está produciendo entre los neocom.
Se
me ocurre según escribo, pero pienso que los totalitarismos de izquierdas –y,
no nos engañemos, los morados son totalitaristas hasta la médula- son más
proclives a la desintegración y las luchas intestinas que los de derechas. ¿Por
qué digo esto, amable lector? Pues básicamente porque las derechas son
individualistas, mientras que las izquierdas son colectivistas. Quiero decir
que, en teoría, la izquierda aspira a la colectividad, el reparto, el
compartir; pero los de izquierdas son también seres humanos (por más que, en algunos casos, nos cueste creerlo), y por lo tanto, tienen deseos y ambiciones
personales, que casan mal con la ideología presuntamente colectiva que se les
supone.
Dicho
esto, la presunta unidad en la izquierda sólo perdura mientras el líder
permanece fuerte. En cuanto los aspirantes al trono huelen la sangre, buscan
sacar tajada del modo más rastrero y descarado. Es lo que ha ocurrido con los neocom: parecía que el Chepas se había merendado a los paleocom, pero ha bastado que el becario
ubicuo haya dado la espantada para que el presunto bolo alimenticio haya
percibido la presunta debilidad de Junior
y trate de aprovecharla para ganar protagonismo.
En
el fondo, no dejan de ser otras ratas que buscan abandonar el barco que se
hunde. O quién sabe: siendo los comunistas en general gente de pocas luces, lo
mismo pretenden comandar el barco, aunque se esté hundiendo.
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