Desmontar
un régimen debe ser tarea harto complicada. Que se lo digan si no al progretariado español, que transcurridos
cuarenta y tres años (y contando) desde el óbito del Caudillo, siguen viendo resabios
del franquismo hasta en la sopa.
Ahora,
en serio. El PSOE ha gobernado Andalucía durante casi tanto tiempo como el que
Franco fue Generalísimo de los ejércitos. En todo ese tiempo ha montado una
administración paralela (y para lelos) que se ha convertido en un sumidero por
el que desaparecían, año tras año, una parte importante de los presupuestos
regionales.
Hace
un par de meses, los resultados electorales permitieron apartar al partido de
la mano y el capullo de la única región en España que no había variado de color
en sus gobiernos. Y los partidos que apoyaron la investidura de Juan Manuel
Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía se comprometieron a
limpiar toda la podredumbre que ha hecho de Andalucía la región más atrasada,
no ya de España, sino casi de toda Europa.
Por
eso, que ahora digan que se dan cuarenta y cinco días de plazo para auditar Canal Sur y unos meses para eliminar el impuesto de sucesiones (un auténtico
atraco a mano armada del que podrían aprender muchas cosas los legendarios
bandoleros de Sierra Morena) no puede producir sino desazón a los que
esperábamos que las cosas cambiaran. Porque cuando hay verdadera voluntad de
cambiar las cosas, se encuentran los medios. Si no la hay, lo que se buscan son
excusas. Y derogar un impuesto es bastante simple.
Así
que ya lo sabe, señor Moreno: como diría un conocido, actúe con decisión y
gallardía, no exenta de cierto grado de pragmatismo moderado.
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