Una
hipersensibilidad exacerbada (sí, ya sé que he puesto juntos hiper y exacerbado), una cara muy dura, una soberbia desmedida, un
convencimiento granítico de la pretendida superioridad moral de la izquierda o
una combinación de varios o todos los factores anteriores explicarían la
reacción de la habitualmente titubeante portavoz del gobierno de Sin vocales.
Porque
cuando el partido pomelo pidió reprobar a la titular de educación por dejación de funciones ante el
adoctrinamiento en las aulas de Cataluña y Baleares, ésta, enfurecida, se revolvió como una víbora y
siseó (o vociferó, tanto me da, pero tenía que juntar víbora y sisear) que la
petición era un acto de propaganda antidemocrática.
Como
siempre, hay que dar al personaje el crédito que merece. Al fin y al cabo,
pocos partidos pueden presumir del currículo antidemocrático que atesora el
partido de la mano y el capullo…
Vaya: pues acabo de leer el artículo -sí, tengo la mala costumbre de comentar artículos que no he leído- y resulta que la ministro no ha tenido los ovarios de responder por sí misma: ha sido su gabinete de comunicación.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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