En
el contencioso que los taxistas y los (o las, que no tengo claro el género –aquí
sí, y no en las leyes, la violencia y las indentidades- del acrónimo)VTC
mantienen, no estoy seguro de qué parte lleva razón. Es probable que, como
ocurre con frecuencia, ambas partes tengan su porción; pero lo que es seguro es
que, con su actitud y comportamiento, los antaño llamados ángeles del volante se hayan enajenado los apoyos que pudieran
tener, o una gran parte de los mismos.
Como
en tantas otras cosas, se confunden los términos. Los medios de comunicación
hablan de huelga, cuando los únicos
que pueden hacer huelga son los trabajadores por cuenta ajena; puesto que los
taxistas son sus propios empresarios, sería más ajustado a la exactitud el
hablar de cierre patronal; pero
claro, eso tiene mucha menos carga dramática y, además, desprende un tufo a
capitalismo rancio que echa para atrás.
Decía
que, con su actitud –o, al menos, con la de sus portavoces más sonoros y
sonados-, los taxistas están quedando como el culo. Porque, vamos a ver, ¿qué
persona en su sano juicio apoyaría a quienes dicen que les importan una mierda los ciudadanos, u ocupan una
arteria viaria tan importante como el Paseo de la Castellana de Madrid, o
disparan contra un conductor de VTC (con escopeta de aire comprimido, pero disparo
al fin y a la postre)? Pues, evidentemente, alguien con serrín en la cabeza…
como la calientacamas del Chepas, que
además de confundir servicio público con sector público (la habrá traicionado
el ramalazo estatalizador que acompaña indefectiblemente a los totalitarios de
izquierdas), respaldar su lucha y decir que toda la sociedad española debe defenderles (esa otra manía que tienen los comunistas de decirle al pueblo lo
que el pueblo debe hacer o dejar de hacer), afirma tan campanuda que hay que agradecerles lo que están haciendo.
Pues sí, Irenita, aunque no en el sentido que tú crees, sino en el de dejar
claro (otra vez) del lado de quién están los que decían defender a la gente contra la casta.
Porque
lo que está claro, como puede ver cualquiera sin anteojeras ideológicas, es que
la llamada huelga del taxi no es más
que un chantaje contra la libertad de elección de los usuarios; que apoyando a
los huelguistas, los partidos de la llamada izquierda lo que hacen es quitarle el pan a la competencia, que tanto derecho tiene a ganárselo en honrada
competencia como el que más. Vamos, que tan clara está la cosa que hasta los
propios taxistas reconocen, con la boca pequeña, que son como el ejército dePancho Villa.
Aclaro:
en el ejército de José Doroteo Arango Arámbula, cada uno hacía la guerra por su
cuenta. O, al menos, eso es lo que quiere implicar la expresión…
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