No
pensé que volviera la costumbre de doblar las entradas diarias, pero parece que
el comienzo del juicio a los golpistas catalanes me va a dar materia
suficiente, al menos en más de una ocasión, para retomar esa costumbre, que
viene impuesta por el hecho de que comentar esas noticias con retraso, aunque
sea de sólo unos días, hace que el comentario pierda su virtualidad.
Hoy,
como digo, ha comenzado el juicio a los golpistas catalanes. No a todos, porque
Cocomocho tomó las de Waterloo y
salió por piernas: parece que está bien ser el libertador de la oprimida grey
catalana, pero ¿en prisión? ¡Eso sí que no!
Ante
ese comienzo, los partidarios en el exterior han mostrado su rechazo. Pero pocos
partidarios, y poco rechazo. En Madrid, Chistorra
ha protestado a las puertas del Supremo. Pero su ardor independentista se ha
apagado a los cinco minutos, sofocado por los gritos de Puigdemont a prisión que personas que aman a la Justicia y a España
más que él han expresado lo que piensan. Y en Cataluña, los paracastristas
cedeerres también han protestado, pero pocos, poco y débilmente: hay cosas más importantes de las que ocuparse, probablemente.
Mientras,
dentro de la sala, los abogados de los golpistas –la Constitución garantiza a
todos una defensa, hasta a impresentables como éstos- han montado su circo,
cuestionando la imparcialidad del tribunal que les juzga al tiempo que piden
una sentencia que quede para la Historia. Que tengan cuidado con lo que piden,
no sea que, por una vez, la dama ciega de la espada y la balanza tenga lo que
hay que tener y los envíe a pudrirse a prisión hasta que las ranas críen pelo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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