viernes, 1 de febrero de 2019

Y ése es el mejor espermatozoide del lote…

La izquierda en general, y los neocom en particular, tienen unos estándares morales que son tan elevados para los demás como rastreros para ellos mismos. Me explico.
Si sobre un político de derechas recae siquiera la más mínima sospecha de que haya podido estar remotamente relacionado con alguna actividad ligeramente reprobable, ese político debe dimitir inmediatamente de todos sus cargos y poco menos que implorar perdón de rodillas. Poco importa que con el tiempo se demuestre que el político no cometió ninguno de los hechos que se le atribuían, o incluso que haya pasado a mejor vida (al otro mundo, quiero decir; no como el Chepas y su calientacamas, que esos sí que tienen ahora una vida mejor).
Si en cambio es el de izquierdas el que resulta, no ya salpicado, sino imputado, juzgado e incluso condenado por alguna conducta que, según los estatutos de la correspondiente formación política, debería provocar su dimisión ipso flauto, el susodicho se agarrará a cualquier resquicio para seguir amarrado a la silla (chiste fácil teniendo en cuenta el personaje del que va todo esto).
Tomemos, por ejemplo, el caso de Echeminga. Reparte etiquetas de dignidad o indignidad según le peta; es sancionado por la Justicia por no haber abonado las cuotas de la Seguridad Social de su asistente; el código ético neocom establece que tienen que renunciar al cargo los condenados por delitos contra los trabajadores… ¿y qué dice el argentino recientemente afincado en el barrio de Salamanca de Madrid (muy proletario y humilde, como todo el mundo sabe)? Pues que él no ha cometido un delito, sino una infracción.
Pero claro, como él mismo predica de otros, de algo tiene que vivir hasta Mayo…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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