jueves, 9 de mayo de 2019

A pagar, que son dos días

Los nacionalistas de cualquier especie (llámense pedecatos, peneuvistas, o de Vox) suelen identificar con ellos mismos a la nación a la cual dicen defender. Por ello, cuando alguien les critica lo más mínimo, enseguida se suben a la parra y proclaman estentóreamente que el ataque se dirigue contra la nación que sea (llámese Cataluña, Vascongadas o España).
Los nacionalistas catalanes son especialmente proclives a esto: si se les critica, se critica a Cataluña; si se les describe, se insulta a Cataluña; si se les juzga, se juzga a Cataluña. En este orden de cosas, una de sus bestias negras es el periodista Federico Jiménez Losantos, caracterizado por no morderse la lengua ni cuando le convendría hacerlo.
Sobre una de esas manifestaciones pretendidamente multitudinarias a las que tan aficionados son los necionanistas catalinos, sean sardanas, castillos humanos o cadenas, el turolense emitió una serie de declaraciones. Conociéndole, estoy seguro de que les llamaría de todo menos bonitos. Lógicamente, los susodichos –que tienen una epidermis muy fina- se dieron por aludidos, se sintieron ofendidos e interpusieron una querella –a través del consejo de gobierno regional, ése que empieza con ge y acaba con de en español y con te en occitano barcelonés- por vulneración del derecho al honor del pueblo de Cataluña.
La justicia, que es lenta pero, a veces, acaba llegando, ha puesto las cosas en su sitio y el Tribunal Supremo ha dejado bien claro que Jiménez Losantos no vulneró el derecho al honor del pueblo de Cataluña, y que en la demanda presentada por el abogado de la Generalidad se equipara incorrectamente la parte con el todo. Es decir, que por mucho que lo rebuznen, los necionanistas, sus mamandurriados y sus corifeos ni son ni representan a todo el pueblo de Cataluña (aunque el citado órgano ejecutivo debería).
Los demandantes fueron condenados en costas. Probablemente, siendo de donde son, eso sea lo que más les ha dolido…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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