A trancas y barrancas, y a pesar de lo
que diga, proclame o manifieste, Sin
vocales sigue adelante en su plan de acaparar todo el poder que pueda todo
el tiempo que pueda, no importa a costa de qué.
Empezó hace tres semanas, configurando
una mayoría progresista (que es como
los de izquierdas se llaman a sí mismos) en la mesa del Congreso (que es la más
importante de España; más aún que la del Consejo de Ministros, puesto que en
esta última uno decide y los demás aplauden… literalmente), excluyendo a
separatistas vascos, ierreceos y derechistas
desacomplejados.
Siguió con la propuesta de Queliseta fuera el presidente del Senado
y, por lo tanto, cuarta autoridad del Estado. La cosa le salió rana porque la
asamblea legislativa regional catalana no accedió a nombrar senador al maricatalino (es difícil presidir una
asamblea a la cual no se pertenece), a pesar de que ello supondría que alguien
completamente contrario a la aplicación del artículo 155 de la Constitución dirigiría
la cámara competente para activarlo.
Dctr Snchz
propuso (y consiguió que fueran nombrados) entonces a otros dos miembros del
¿organismo saprofito? socialista (y de los socialistas), probablemente en otro
nuevo guiño a los golpistas. Algo que parece confirmado, dada la actuación de
una y otro… actuación que se ha topado con la defensa de la legalidad que
parecen estar emprendiendo los que en el Estado entienden de leyes o han de
hacer que se apliquen.
Lo más divertido (por no decir triste)
es que, en una de esas raras coincidencias de los socialistas con la verdad
(coincidencias que, como sabemos, nunca son intencionadas), Pdr Snchz, al respaldarlos, ha dejado
bien claro por qué los ha puesto donde los ha puesto: son, dijo, dos españoles al servicio de Cataluña.
Este malnacido no debe ser consciente
que los españoles que se sienten como tales al servicio de lo que deben estar es
de España.
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