Si
hace unos días comentaba el hecho de que el Supremo había fallado que Federico
Jiménez Losantos no había vulnerado el honor del pueblo de Cataluña por criticar al mundillo secesionista, hoy toca
hablar de otro zasca con todas las
letras. Resulta
que el alto tribunal ha inadmitido una querella contra Pablo Casado por llamar desequilibrado
a Torra. Esto me trae a la memoria una conversación en la que intervine en mi
trabajo.
Por
regla general, no suelo intervenir en semejantes intercambios dialécticos, pero
es que aquella vez no pude contenerme. Entré en un despacho y me comentaron que
estaban discutiendo si zETAp era (algo así como) más malo que tonto o más tonto
que malo. Yo dije no sé si es malo o
tonto, lo que sí sé es que es un hijo de puta (o epíteto semejante). Uno de
los interlocutores –evidentemente, de izquierdas- dijo que no iba a permitir
que se insultara en su presencia al presidente del Gobierno (me pregunto qué habría
ocurrido si el afrentado hubiera sido Aznar, o Rajoy), a lo que respondí que no
le estaba insultando, sino que me limitaba a dar mi opinión. Él porfió, y
entonces yo solté una de esas frases redondas, que suelo decir sin pensar (y
así me quedan de redondas, la verdad). Dije (palabra más, palabra menos) que no le estoy insultando, sólo estoy siendo
descriptivo.
Exactamente
igual que casado con Chistorra: se
limita a expresar con palabras una realidad clínica.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario