La izquierda y la economía están
peleadas. Con economía me refiero a la clásica definición de sabia administración de recursos escasos.
Y es que la izquierda no administra sabiamente los recursos, sean estos escasos
o abundantes: en el peor de los casos, los despilfarra (o se queda con ellos,
directamente); en el peor, no sabe qué hacer con ellos (como ha quedado
demostrado tras el cuatrienio de los ayuntamientos comunistas en España: han
dejado sin ejecutar gran parte de los presupuestos).
A pesar de todo, todavía hay gente que
les vota, es de suponer que porque confían en sus propuestas y programas
(asumiendo que han escuchado las primeras y se han leído los segundos). Como en
el caso de los segundos y ulteriores matrimonios, podría decirse que tal
actitud es el triunfo de la esperanza sobre la experiencia.
Sin embargo, los que de verdad saben de
estas cosas se encargan de poner las cosas en sus justos términos. Iba a decir
de bajar a la tierra o poner los pies en el suelo, pero tal
cosa no ocurre: ni la izquierda abdica de sus postulados, ni sus votantes
desisten de, precisamente eso, votarles. Pero los expertos, como digo, ven a
través de los artificios y así las autoridades comunitarias, el Fondo Monetario
Internacional y el Banco de España han corregido las previsiones económicas
enviadas por el dctr Snchz a Bruselas. Corregidas
a la baja, se entiende, tanto en estimaciones de crecimiento como en ajuste al
déficit máximo permitido (en este caso, la corrección sería al alza: que el
déficit va a crecer más, quiero decir).
Y, en cualquier caso, ya sabemos en qué
consiste la economía para la izquierda: en entrar a saco en el bolsillo de los
ciudadanos, incluidos aquellos que les han votado. Luego, que no se quejen…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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