La
selección española de fútbol tuvo tres buenos campeonatos consecutivos –las
Eurocopas de 2.008 y 2.012 y el Mundial de 2.010-, pero los tres siguientes han
sido desastres palmarios, por persistir en lo que podría calificarse de guardiolismo a ultranza.
Me
explico. José Guardiola, el entrenador más sobrevalorado del planeta Tierra
(empezando por él mismo) y de parte del extranjero, tiene un sistema de juego
(que, además, no es invención suyo, sino que bebe a partes iguales de Johann
Cruyff y de Luis Aragonés) que no varía aunque varíen los jugadores o el
equipo, y que prima la posesión por encima de todo: el llamado tiqui-taca.
Ese
estilo funcionó en el Barcelona, y en la selección española, porque coincidió
una generación de futbolistas verdaderamente excepcional y, en el caso del
equipo culé, porque contaba con uno de esos escasos jugadores capaces de
decidir un partido prácticamente solo.
Sin
embargo, esa manera de jugar, ese pasar y pasar hasta aburrir al rival, dejó de
ser un medio para convertirse en un fin: lo importante era la posesión en sí
misma, con independencia de que se marcaran o no goles. Cómo serían las cosas
que en una eliminatoria de la Copa de Europa en la que el Báyern le metió siete
goles al Barcelona, el charnego se despachó diciendo que sí, que vale, pero que
ellos habían tenido un setenta por ciento de posesión.
Lo
mismo ocurrió en los octavos de final del último mundial: en el partido contra
los anfitriones, España dio más de mil pases (literalmente), pero no fue capaz
de meter ni un solo gol y acabó eliminada en la tanda de penaltis.
Todos
estos años, cuando alguien ha osado criticar ese sistema de juego, ha sido
vituperado, y tildado poco menos que de ignorante balompédico. Para el
charnego, sus colegas y corifeos, la única manera no ya admisible, sino incluso
concebible de jugar al fútbol era el tiquitaca: todo lo demás eran tonterías.
Pero
parece que poco a poco algunos van viendo la luz. Recientemente, el jugador del
Celta Santiago (supongo que ese será su nombre de pila) Aspas lo ha
manifestado: España debe olvidarse del tiqui taca y redefinir su estilo. Se
puede decir más alto, pero no más claro.
Y
es que dejémonos de monsergas: en fútbol, gana el que mete al menos un gol más
que el rival. Y punto.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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