Pepu
Hernández era un tío que me caía bien. Cuando era entrenador de baloncesto
disfrutaba con sus victorias y lamentaba sus derrotas. Ahora que se ha metido en
política, las cosas han cambiado.
Entendámonos,
me sigue cayendo bien. Respeto su decisión (que quiero suponer altruista) de
presentarse como candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid (para ser precisos:
como cabeza de lista de ese partido en las elecciones municipales), y le deseo
la mejor de las suertes en su nueva etapa vital. Con una salvedad: espero que
se estrelle en estas elecciones, que se pegue un batacazo, que pulverice el
suelo electoral de los de la mano y el capullo, que se estroncie, que se
escorromoñe, que se la dé.
No
sólo porque se presente por un partido de izquierdas, ideología a la que reconozco
el derecho a existir siempre y cuando no pretenda llevar sus postulados a la
práctica, sino porque habla de la necesidad de ampliar Madrid Central (mientras
los alcaldes de derechas, en general, han favorecido la circulación en la Villa
y Corte, los de izquierdas lo que hacen es estorbarla), estudiar otras zonas que sufren ese grado de contaminación y alaba
a Carmena.
Solo
por esto último debería estudiarse su inhabilitación…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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