miércoles, 22 de mayo de 2019

Repollos con lazos

La estulticia retroprogre juega con la ventaja de que aquellos a los que critica suelen plegarse a sus sinsorgadas por miedo a ser tachados de retrógrados, reaccionarios o cualquier otro epíteto denigratorio que empiece por la segunda nota de la escala.
Esto ha resultado especialmente hilarante en las últimas semanas en lo relacionado con los animatontos. En su ofensiva contra todo aquello que ellos entienden que va contra los animales (o contra el concepto que ellos tienen de cómo debería ser el trato a los animales), los ecolojetas sandía se han opuesto a la pervivencia de los circos. Y algunos de estos, aunando a la cobardía más miserable la cursilería más repelente, intentan contemporizad diciendo que serán aulas itinerantes de la naturaleza.
Pero la desvergüenza de estos (generalmente) urbanitas corre pareja con su ignorancia y osadía. Un grupo de estos mastuerzos fue de turismo rural y el establecimiento en que se alojaron tuvo que cerrar un gallinero porque a los huéspedes les molestaba el ruido de los gallos. Estos salvamundos de pacotilla deben haber olvidado que los gallos tienen por costumbre, en general, soltar su kikirikí y, en particular, hacerlo cuando sale el sol.
Así que está muy bien que un ganadero haya puesto a caer de un burro (nunca mejor empleada la expresión) a esta panda de mamarrachos, y lo haya hecho a través de YouTube: a los moelnos se les combate con armas modernas, a ver si así se enteran.
Por otra parte, no es, como dice el hotelero, que las gallinas no canten a horas normales. Lo hacen a horas perfectamente normales… para las gallinas. Y aquellos que se precian de respetar tanto a los animales deberían predicar con el ejemplo y tolerar las manifestaciones canoras de las gallináceas de corral.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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