La
estulticia retroprogre juega con la ventaja de que aquellos a los que critica
suelen plegarse a sus sinsorgadas por miedo a ser tachados de retrógrados,
reaccionarios o cualquier otro epíteto denigratorio que empiece por la segunda
nota de la escala.
Esto
ha resultado especialmente hilarante en las últimas semanas en lo relacionado
con los animatontos. En su ofensiva
contra todo aquello que ellos entienden que va contra los animales (o contra el
concepto que ellos tienen de cómo debería ser el trato a los animales), los
ecolojetas sandía se han opuesto a la pervivencia de los circos. Y algunos de
estos, aunando a la cobardía más miserable la cursilería más repelente,
intentan contemporizad diciendo que serán aulas itinerantes de la naturaleza.
Pero
la desvergüenza de estos (generalmente) urbanitas corre pareja con su
ignorancia y osadía. Un grupo de estos mastuerzos fue de turismo rural y el establecimiento en que se
alojaron tuvo que cerrar un gallinero porque a los huéspedes les molestaba el ruido de los gallos. Estos salvamundos de pacotilla deben haber olvidado que
los gallos tienen por costumbre, en general, soltar su kikirikí y, en
particular, hacerlo cuando sale el sol.
Así
que está muy bien que un ganadero haya puesto a caer de un burro (nunca mejor
empleada la expresión) a esta panda de mamarrachos, y lo haya hecho a través de
YouTube: a los moelnos se les combate
con armas modernas, a ver si así se enteran.
Por
otra parte, no es, como dice el hotelero, que las gallinas no canten a horas normales. Lo hacen a horas
perfectamente normales… para las gallinas. Y aquellos que se precian de
respetar tanto a los animales deberían predicar con el ejemplo y tolerar las
manifestaciones canoras de las gallináceas de corral.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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