martes, 7 de noviembre de 2017

Un luchador de Marte


No se puede decir que las distintas novelas de la serie de John Carter difieran en su trama unas de otras en gran medida. La línea argumental puede sintetizarse como sigue: chico conoce chica (o no, como se verá en el volumen que sigue a éste), chico se enamora de chica, chica es raptada, chico parte en busca de la chica, chico encuentra a chica un número variable de veces y la vuelve a perder, chico conoce eventualmente a su verdadero amor, chico rescata finalmente a chica (que es, casi inevitablemente, una princesa), chico y chica son felices y comieron perdices. A veces el chico es John Carter, a veces es alguno de sus familiares o incluso otro varón, marciano o terrestre. Todo ello aderezado con algún científico (loco, por supuesto), algún tirano (depravado, naturalmente) y alguna raza peculiar de marcianos (rojos, verdes o de cualquier otro color). Desde luego, no puede decirse que Burroughs se rompiera demasiado la cabeza.
Pero el propósito del creador de Tarzán no era, a buen seguro, crear una obra literaria de una calidad y originalidad insuperables. Muy al contrario, su objetivo sería, principalmente, ganarse las lentejas; y si para ello tenía que reproducir una fórmula de éxito probado, que entretenía a los lectores, pues se reproducía y santas pascuas.
Un luchador de Marte es el compendio perfecto de todo lo que acabo de decir; de hecho, los elementos de la trama los he extraído de su lectura. Pero engancha y es amena, que es de lo que se trata, y por eso cumple. Resulta, eso sí, algo tedioso que cada vez que se hace referencia a un personaje se suelte toda la retahíla de Fulanito de Tal, nosequé de Nosedónde, ya sea el narrador o uno de los personajes quien lo haga. En ese punto, con toda esa verborrea prescindible, Burroughs casi parece un político español de izquierdas actual…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: